La Virgen del Rosario de Chiquinquirá, mejor conocida como “la Chinita” es considerada por los fieles de la religión católica como “la Patrona de los Zulianos”. Esta tiene una gran particularidad histórica. Su origen es colombiano.
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La historia de la Chinita no comenzó en el Zulia, sino en Colombia.
No muchos zulianos conocen de esto, y tal vez se ofendan al escuchar tal aseveración, pero es menester recordar que María, la madre del Señor Jesús, nació Nazaret de Galilea hace aproximadamente 2000 años, y según cuenta la historia del catolicismo, ella se ha manifestado de diversas formas a lo largo del tiempo, asignándole un protectorado especial en las regiones donde ha hecho presencia.
La Chinita es también la patrona de Chiquinquirá Colombia, y de la ciudad de Caraz en Perú, así como de la Guardia Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.
Acá les contamos un poco de la historia de Virgen del Rosario de Chiquinquirá
En Sutamarchán, una población del actual departamento colombiano de Boyacá, en 1562 el encomendero español Antonio de Santana y el fraile dominico Andrés Jadraque encargaron al artista Alonso de Narváez para que realizara un cuadro de Nuestra Señora del Rosario, popular advocación mariana originada en el siglo XIII e institucionalizada como fiesta católica en el siglo XVI.
Narváez efectuó el encargo en una tela de algodón indígena y como sobraba espacio a ambos lados de la Virgen, incluyó a los patronos de sus clientes: a la izquierda pintó a san Antonio de Padua y a la derecha a San Andrés.
El encomendero Santana colocó el cuadro en una capilla de Sutamarchán. Pero las duras condiciones ambientales del lugar deterioraron y rasgaron la pintura hasta hacerla irreconocible. Con el tiempo, la tela llegó a una ciudad vecina llamada Chiquinquirá, y donde una devota sevillana llamada María Ramos, pariente de Antonio de Santana, se encargó de su cuidado.
El 26 de diciembre de 1586 ocurrió la “renovación” de la pintura, cuando la india Isabel y su pequeño hijo Miguel pasaron por la casa de María Ramos y el niño notó que la tela parecía incendiarse. Para sorpresa de los presentes, el cuadro adquirió nuevamente su color y trazos perdidos y volvió a lucir en todo su esplendor. Esto se consideró como un milagro y el culto a la imagen empezó a expandirse.
La Virgen de Chiquinquirá fue coronada como patrona de Colombia en 1919 y su fiesta se celebra el 9 de julio. La tela original se exhibe a los fieles en la Basílica colombiana de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.
Se cree que a comienzos del siglo XVIII, un barco español que navegaba cerca de las costas colombianas fuera saqueado por piratas protestantes, y arrojaron al agua una copia de la Virgen de Chiquinquirá. La tablita de madera de 26 centímetros de alto, 25 de ancho y tres milímetros de espesor flotó a la deriva hasta internarse en las aguas del Lago de Maracaibo.
El milagro en Maracaibo
Cierto día de 1709, una humilde lavandera y moledora de cacao lavaba su ropa en las aguas del Lago de Maracaibo. Casi nada se sabe de ella. Por lo general se la conoce como María Cárdenas, aunque también existe la posibilidad de que éste fuera el nombre de la mujer para la que trabajaba y en cuya casa vivía.
El milagro zuliano es parecido al colombiano
El 18 de noviembre de 1709, mientras molía café en su casa, María Cárdenas oyó tres ruidos de la tablita. Al acudir, notó para su asombro que la reliquia brillaba con gran esplendor y que sus formas y colores recuperaban su nitidez. Gritó: “¡Milagro!” y los vecinos del barrio El Saladillo vieron el Milagro.
La tabla de la Chinita se trasladó a la ermita San Juan de Dios, una humilde capilla de barro y palma de enea construida a finales del siglo XVII. Se cuenta que mientras se la llevaba a la Catedral de Maracaibo, la tabla se volvió tan pesada que no se podía cargar, hecho que la feligresía interpretó como el deseo de la Virgen de quedarse en la capilla de San Juan de Dios, más humilde y cercana al pueblo humilde.
En 1920 ese templo fue elevado al rango de Basílica Menor de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Juan de Dios, lo que motivó al entonces párroco Antonio María Soto a efectuar una serie de ampliaciones en la iglesia. Los trabajos finalizaron en 1935 y el resultado es el templo que conocemos hoy. En Boyacá, Colombia, también existe una Basílica a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.